ONIRIGENESIS

 Por todo prólogo diré que es algo escrito hace muchos años a modo de ejercicio de la imaginación. 

No la conozco y quizás por eso la soñé tan singularmente anoche procurando conocerla un poco más, aunque sea idealizándola, inmiscuyéndome en su mundo, aunque no era su mundo, tampoco el mío y ni siquiera el mundo de ambos, sólo un imaginario armado con todas esas cosas que mi inconsciente no llegó a procesar durante el transcurso del día.

 

 La cuestión es que en ese sueño la mandé a vivir a Victoria, Entre Ríos, aunque ella en realidad vive en Rosario. Su casa, seguramente un departamento – no lo sé concretamente-  se transformó en una chacarita a la vera del río. Lo más desopilante era que en mi sueño loco y alquimista había, a la entrada de dicha morada, la tumba de una moto, una moto estilo chopper que se llamaba “Mito 78”. La moto estaba sepultada, claro, pero sobre la lápida había una réplica tamaño natural de la misma moto que estaba sepultada y dicha lápida estaba cubierta por un toldito rojo, como esos que cubren las ermitas del gauchito gil a la vera de las rutas. Ahora, me llamaba la atención que la tumba esté a la entrada de la casa, nadie pone una tumba a la entrada de su casa, de hecho, ninguna casa es de tener tumbas comúnmente.

 

 En otro momento de mi sueño le preguntaba a ella cómo iba a cursar todos los días a la facultad en Rosario y me dijo que había hecho todas las materias libres y que ya estaba por recibirse, cosa que en el sueño me parecía razonable. Ella vivía sola, al igual que en Rosario, pero solo que en Victoria. Le pregunté por qué, para ir a estudiar a Rosario había elegido Victoria y no Rosario y me dijo que ese lugar era su tierra y se sentía a gusto ahí.

 

Después estuve adentro de la casa que era un espacio muy amplio. Me recuerdo sentado en una silla y desde allí podía ver todas las cosas que había adentro. Las que recuerdo son: Una cama muy grande, como de cuatro plazas con sábanas blancas desarregladas. No era un somier, de hecho, los respaldos eran de idéntica torneadura y del mismo color que los de mi cama verdadera. Las paredes eran blancas en grado sumo, pero el piso era de tierra. Había una computadora con acceso a Internet, lo cual me pareció una justificación en mi sueño acerca de cómo se de ella. También recuerdo arriba de un televisor, una planta que estaba a mitad de camino de ser una palmera o un aloe vera – los sueños permiten estas cosas – También recuerdo vagamente otra gente, amigos de ella, pero no puedo decir mucho al respecto. En algún momento recuerdo un abrazo afectuoso y un beso tierno, hasta acá llegaba el sueño...

 

Si hubo algún después lo ignoro, el despertador, como siempre, gritó el ocaso de la fantasía y el anuncio de otro nuevo amanecer. Ignoro qué rara sincronicidad hace coincidir los momentos culminantes de nuestros sueños con los chirridos pinchapolvos de los despertadores.

 

Cierto que libro que leí hace poco recomendaba, ante los bloqueos creativos, acudir a ciertos desbloqueadores: los amigos, disfrutar de la naturaleza y escribir los sueños. Es una lástima, en mi caso, que las oportunidades que tengo para recordarlos sean pocas o poco sea el tiempo que tenga para escribirlos después. Ahora, que estoy terminando de escribir esto a hurtadillas, me doy cuenta que la modorra se me fue, que mis ojos que claman ejercicios ortópticos, tienen sus músculos relajados y que logré desbloquearme escribiendo algo  - creo - interesante.

 

ONIRIGÉNESIS

 

A tu presencia imaginaria en mí

Diagramaré un efímero ingenio

Con retazos de trazos que no di

En la amplia canson de mi tedio.

 

Daré cuerda entre mis sábanas

Al autómata que dicta fantasías

Relatándome a sus reales ganas

Las cosas que supe y no sabía.

 

Y comienza la función en la arena

Te arrojo los leones de mi delirio

Gladiadora de luz arremetes fiera

Antes del estoque final, te suspiro.

 

Abro los ojos dando luz a un mirar

Piel mojada color rojo ojo de mosca

Los números vislumbrados, el final

Es el nuevo día, tu misericordia tosca…

                                                                       

…rasgando mis lagañas.

 

 

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