LA JAULA DE ORO - EL CAMINO DE LA RATA

No importa cuándo encumbrado estés ni cuánto poder tengas. La niñez siempre le ganará la pulseada a la sobriedad. Entonces comerle las puntitas de las medialuna al colega para cagarle el desayuno es la pequeña y miserable satisfacción que hace que ese día sea ganado. No importa la sabiduría que te dan los años, lo que importa es cuánto centímetros cúbicos de ácido hialurónico se inyectó la perra esa para estar más linda que vos en la audiencia. De alguna manera hay que sobrevivir en la jungla de las jerarquías. De alguna manera hay que arder sin llegar a hacerse cenizas en la hoguera piramidal de vanidades. No importa lo que hagas vos si antes no te fijas en lo que hace el otro, en cómo logra lo que logró, cómo llegó a tener su pelela un poco más algo que la tuya con el subsiguiente riesgo de querer cagarte. Y al final a veces te preguntás para qué, si lo único que cambian en el metal de las cadenas que los aprisionan. Acá abajo, cadenas de hierro pedorro, más arriba, cadenas de bronce, más arriba, cadenas de plata, y más arriba cadenas de oro. Pero al final todas, pero todas son cadenas de una esclavitud más cara y mucho menos libre. 

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