EL RIESGO DE SER UNO MISMO

Hoy me acordé de una de esas cosas que a uno le pasan y le dejan enseñanzas que no se olvidan. Más o menos para finales de la secundaria uno de mis curros adolescentes era ayudar a confeccionar machetes para los exámenes a los vagos de siete suegras. El negocio consistía de mi parte en procesar los textos de estudio en mi cabeza y luego dictar al cliente una apretada síntesis de conceptos fundamentales que el inaplicado transcribía en un apretado cuadrado de papel apto para cualquier manga de camisa o pollera tableada de la dama. Como todo negocio cobraba por ello sin ningún complejo moral al respecto. Ninguna evidencia me perjudicaba puesto que mi caligrafía no estaba en tela de juicio. Hubo una vez que la ñoñez me jugó una mala pasada. Una clase de literatura en la cual había que entregar una composición sobre un tema que ya no recuerdo. El día anterior había estado pergeñando con mi mente un esbozo al respecto. Hice el trabajo con cierto desgano y en un punto sentí la produc...